La creación de este mercado de la explosión del Q-commerce de alimentos surgió de la oferta, que creó la demanda, y la necesidad. Es evidente que los altos índices de satisfacción de los usuarios han conseguido generar repetición hasta el punto de crear hábitos y prescripciones.
La pandemia de Covid-19 ha traído muchos cambios y ha acelerado de forma inimaginable algunas tendencias. Que ya se vislumbraban a mediados de la década pasada, pero que ahora se han convertido en una realidad innegable. Y, en algunos casos en claros “fenómenos” y, como tales, en análisis y estudios obligatorios para todo el sector de la venta y la distribución.
Futuro de la explosión del Q-commerce
Una de ellas ha sido y es la explosión del Q-commerce o comercio ultrarrápido, que es una forma de comercio electrónico. Que garantiza las entregas en un tiempo muy breve, normalmente inferior a 30 minutos.
Este modelo de entrega ultrarrápida fue introducido por las empresas de reparto centradas en el canal de hostelería y los servicios de entrega de comestibles. Hemos asistido a una escalada exponencial del mismo durante la pandemia. Debido a que el sector de la restauración lo utilizó ampliamente como salida a los cierres y restricciones que afectaban a su negocio. Y, ahora estamos asistiendo a una consolidación de este modelo de entrega ultrarrápida en el sector de la gran distribución y otros sectores minoristas no alimentarios.
En el caso del comercio minorista de alimentación, estamos asistiendo a dos tipos de desarrollo: por un lado. Aquellas “plataformas/empresas de reparto” que basan su modelo en la entrega rápida y capilar de alimentos desde sus oscuros almacenes. Además, tiendas y almacenes cerrados al público o las que lo basan en la entrega y compra de productos de tiendas y supermercados. Ya sea solicitados por los clientes o por los negocios locales con los que tienen contratos-. Por último, existe un modelo mixto que combina ambos modelos.