Eric Schmidt, expresidente y director ejecutivo de Google, ha advertido que la sociedad se enfrenta a cambios drásticos debido a la inteligencia artificial (IA) mucho antes de lo que se imagina. En una charla reciente para el ciclo de entrevistas de Citadel en YouTube, Schmidt mencionó: “No creo que la gente aprecie lo rápido que esto va a suceder”.
Schmidt, coautor del libro The Age of AI: And Our Human Future junto a Henry Kissinger y Daniel Huttenlocher, destaca que en los próximos cinco años, la IA transformará profundamente la vida cotidiana. Kissinger, con su experiencia en geopolítica y seguridad internacional, añade una dimensión crucial al análisis de los riesgos de la IA.
Actualmente, la IA permite traducción instantánea y generación de contenido multimedia a partir de texto. Sin embargo, la próxima fase, que se desarrollará en los próximos cinco años, tendrá un impacto aún mayor. Schmidt explica que los futuros agentes de IA podrán convertir texto en programas, entendiendo y ejecutando instrucciones en lenguaje natural, lo que afectará significativamente la industria del software al realizar aproximadamente la mitad del trabajo de los programadores.
Más allá de la automatización de tareas, Schmidt vislumbra un futuro donde la IA conducirá investigaciones científicas de manera autónoma, resolviendo problemas complejos y formulando hipótesis de forma independiente. Esta capacidad de automejora recursiva plantea tanto oportunidades como preocupaciones sobre el control y la seguridad de la IA.
Schmidt compara la IA con las armas nucleares, destacando su potencial destructivo y la necesidad de una gestión responsable. Advierte sobre la rapidez del desarrollo de la IA, lo que deja poco tiempo para la diplomacia y la adaptación de gobiernos y sistemas políticos. La falta de un marco regulatorio adecuado podría llevar a consecuencias negativas, como la proliferación de armas autónomas y la manipulación masiva de la información.
Preocupado por el mal uso de los modelos de IA de código abierto, Schmidt aboga por la creación de un organismo regulador internacional similar al Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) para gestionar los riesgos y oportunidades de la IA.