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En los últimos años, el comercio electrónico ha registrado un crecimiento sin precedentes, pero con este auge también se han incrementado las estafas digitales y engaños a muchos consumidores.
Según un reporte de El Comercio, el uso de tarjetas de crédito fantasmas es solo una de las diversas modalidades de estafa que surgieron durante la pandemia del COVID-19 y que afectan la vida de cientos de personas.
De acuerdo con las investigaciones, se pudo conocer que la modalidad que más se ha reportado es la de comunicaciones fraudulentas o “phishing”. A través de este tipo de estafa, los delincuentes crean correos o páginas webs falsas mediante las cuales obtienen información de la víctima, como contraseñas y datos sensibles.
“Estas son comunicaciones fraudulentas. Al usuario se le invita a ingresar a un sitio web de una compañía porque se ganó un premio o fue multado. Lo que hacen [los ciberdelincuentes] es inculcarle a la víctima un tipo de urgencia para que esta ingrese sin leer; es decir, por las emociones y no por la razón. Se le da como un castigo a la víctima si no ingresa”, señaló Martina López, investigadora de seguridad informática de ESET Latam.
Estafa digital busca colarse por medio del comercio electrónico
Otra modalidad de estafa digital es la del comercio electrónico. Ya sea vendedor o comprador, al momento de recibir el bien o el pago, se ven engañados debido a que la cuenta o el usuario con el que trataban dejó de existir o nunca cumplió con lo acordado.
Dilmar Villena, director legal de Hiperderecho, explica que, durante la pandemia, otra estafa muy reportada es la referida a la suplantación de identidad: cuando se crean perfiles falsos con fines delictivos. Por ejemplo, el uso de nombres de agencias de viaje.
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Lamentablemente, la mayoría de las víctimas declararon que sus casos quedaron impunes y la justicia no llegó. Ante esto, Mariana López explica que “una de las cosas perjudiciales es el anonimato. Esta es de las mayores causas de estas estafas y acciones cibernéticas”.
Además, Villena indica que lo difícil de estos delitos es lo referido al proceso de investigación. “Muchas veces, en la medida en que se suelen suplantar identidades o se utilizan perfiles falsos, el poder identificar a la persona que comete el delito se torna complicado. Asimismo, ya que son delitos que se pueden realizar a distancia, se debe contar con un aparato judicial que sea capaz de dar cobertura investigativa a gran escala”, sostiene.
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Fuente: El Comercio
