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La recesión y la inflación no dejarán de plantear desafíos a las industrias y a su gestión comercial. A pesar de que no todas las industrias son tan susceptibles, ya sea por una mejor gestión y por factores de normalización, a las dificultades de la cadena de suministros globales, se imponen nuevas reglas ante un uso más controlado del dinero de los consumidores, encarecimiento del crédito y stocks e inventarios acumulados, propios de la desaceleración del consumo que trae la inflación.
El escenario inflacionario impacta en los costos logísticos, estos condicionan la gestión comercial. Los costos por fletes, de mano de obra y otros procesos de la cadena de suministros que terminan trasladándose -tarde o temprano- a los clientes finales suman complejidad al proceso; más aún si consideramos que muchos almacenes e inventarios comenzarán a coparse.
La reconfiguración de portafolios, ajustes en la propuesta de valor, desarrollo de nuevas referencias o SKUs, incursión en nuevos canales de venta, desarrollo de nuevos proveedores, cambios en los modelos de negocios y formas de financiamiento, entre otros, serán más revisadas y cambiantes.
Considerando que podrían persistir roturas de stocks en algunas categorías; y en otras, excesos de inventario y sus consecuentes liquidaciones, estamos ante un panorama que obliga a las empresas a repensar constantemente sus estrategias comerciales y logísticas.
Lo común es que pensemos en cómo añadir valor ante los cambios de los consumidores y preferencias por variables como el volumen-tamaño, precio, calidad y rendimiento.
La visibilidad, rapidez y capacidad de reacción ante los problemas logísticos ocurridos en pandemia ha sido el denominador común en muchas empresas. El informe del Estudio Global sobre la Cadena de Suministro en el sector Gran Consumo 2022, elaborado por Miebach (Consultora global especializada en logística y supply chain), reportó que casi el 80% de las empresas, a nivel mundial, se vio afectada en su resilencia logística y capacidad de respuesta como consecuencia del COVID-19.
La investigación a 400 profesionales del sector, de 40 países, también ha destacado la relevancia de 2 cambios: la necesidad de una mejor gestión de riesgos, como lo precisó el 74% de los participantes; y la digitalización de procesos y desarrollo de nuevos canales de ventas -como el de ecommerce- en una experiencia más omnicanal.
Aunque los efectos de la cadena de suministros globales, no se dejan de sentir y permanecen, es claro para los participantes que la capacidad de adaptarse a los cambios manteniendo los mismos niveles de servicio o incluso mejorándolos, es necesaria. Ello toma importancia ante el impacto que genera el contexto inflacionario y de Guerra Rusia-Ucrania. Por ello, se torna común el desarrollo de nuevas estrategias que reduzcan la dependencia de proveedores, por ejemplo; o que sean adaptativas ante distintos escenarios.
Es ahí donde toma relevancia la gestión de riesgos logísticos. Las vulnerabilidades deben ser identificadas en todos los procesos; desde la planificación, abastecimiento, producción, distribución, hasta la devolución; considerando incluso al proveedor del proveedor y llegando hasta el consumidor final. Teniendo una mirada más completa e integrada, se debe disminuir la dependencia de proveedores únicos, canales o modos de transporte. Se ha vuelto más común la búsqueda de cadenas más locales, menos centralizadas, geográficamente más próximas y con más ubicaciones de inventario.
La investigación reporta que el 74% ha priorizado la necesidad de consolidar su estrategia de eCommerce y de omnicanalidad, mientras que el 55% ha impulsado y desarrollado iniciativas de digitalización en IA, IoT, blockchain, 5G, etc. La digitalización de procesos y la aplicación de mejores tecnologías busca no solo una eficiente gestión interna sino afianzar la respuesta y satisfacción de las necesidades de los clientes. Esta apuesta parece ser permanente.
Dicha tendencia sectorial tiene coherencia con los cambios que se vienen dando en distintas industrias. Por ejemplo, si consideramos el Índice de Madurez Digital reportado por EY, este año, el 69% de las empresas indican estar en la ruta de madurez digital y un 42% indica haber incrementado el presupuesto en innovación y digitalización para simplificar y ganar eficiencia en sus procesos. Un importante 37% ha destinado esos recursos para cubrir las exigencias establecidas por sus clientes, atendiendo a la necesidad de entregarles más valor.
Un hallazgo a destacar es el mayor protagonismo que vienen tomando los almacenes para atender la demanda de venta directa (ecommerce). Si bien los volúmenes de venta y distribución aún son pequeños, muchas empresas han apostado por desarrollar nuevos formatos como los dark stores.
Fuente: Willard Manrique, CEO de Grupo Crosland, Profesor del PAD Escuela de Dirección de la Universidad de Piura.
Esta publicación fue modificada por última vez el septiembre 30, 2022 3:29 pm