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Un estudio emitido por la empresa canadiense de comercio electrónico, Shopify revela que las compras impulsivas se sitúan desde el 40 hasta el 80% de las operaciones totales que hace una persona por ecommerce.
Según el reporte, las personas, cuando se trata de dinero, son menos racionales que en otros aspectos de la vida, esto debido a factores de sentimiento como ansiedad, miedo, optimismo o tristeza, lo cual puede ocasionar gastos pequeños y personales.
Asimismo, de acuerdo a Alexandra Rojas Rodriguez, encargada del desarrollo de estrategias de comunicación para conectar con los consumidores en Grupo Financiero BBVA, está demostrado que la psicología influye en el bolsillo de una persona, con dos formas de pensamiento que revisaremos a continuación:
Pensamiento lento
En palabras de la ejecutiva este es aquel que nos dice: ¡cómpralo ya! Un pensamiento rápido, que funciona de forma automática y casi inconsciente que demanda poca energía de nuestro cerebro y que es el principal responsable de las compras por impulso.
A su teoría se suma, Reyes Pariente, directora de contenido en BBVA, quien comenta que también de manera inconsciente las preocupaciones influyen en las decisiones y son responsables de los impulsos de comprar para mantenernos “a salvo”. Tal como sucedió en el confinamiento por la Covid-19 los consumidores apuntaron en su lista de compras por impulso todos aquellos artículos que les que brindaban seguridad para afrontar el virus.
“Una situación complicada nos hace a los consumidores más sensibles a todo lo relacionado con el entorno y por eso intentamos maximizar la sensación de seguridad”, destaca Pariente.
Asimismo, de acuerdo con datos de Shopify, el 42 por ciento de ese tipo de adquisiciones fueron de suministros de limpieza, donde los desinfectantes de manos representaron 38 por ciento de las compras compulsivas y por último el papel de baño con 35 por ciento.
Pienso, luego compro
El segundo tipo de pensamiento por que las personas realizan compras impulsivas es el “lento”. Aquel que se ocupa de actividades mentales con mayor demanda de esfuerzo y con el que analizamos si tenemos dinero suficiente para realizar la compra o si es un gasto improvisado.
El cerebro es más inteligente en cámara lenta, señala al respecto Nuria Pesquera, responsable global de Behavioural Economics en BBVA, por eso a menudo nos guiamos por percepciones y emociones más que por el conocimiento y el pensamiento deliberado.
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Además, agrega que no obstante no somos tan racionales como pensamos. “La capacidad del ser humano para valorar distintas opciones es limitada, por lo que no podemos valorar todo lo que no se nos pone encima de la mesa”, precisa Nuria Pesquera.
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Fuente: Milenio