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Sin duda vivimos un momento de reinvención del ecosistema financiero impulsado por varios factores, entre ellos, la pandemia por COVID-19, que modificó la interacción entre las personas y las instituciones, al orillar a usuarios que no recurrían a medios digitales, a adoptar la banca en línea y los pagos sin contacto.
Ello ha motivado que las aplicaciones móviles (Apps) cobren mayor relevancia, al ser una herramienta que impulsa la bancarización de más personas y por consiguiente la transformación hacia una sociedad que en algún momento dejará de depender del efectivo.
Muestra del importante papel que juegan las billeteras digitales en este contexto, es que la instalación de apps de pagos móviles en Latinoamérica aumentó 80 % en los primeros meses de la pandemia, lo cual permitió que 40 millones de usuarios crearan cuentas y que la población sin acceso a servicios financieros se redujera 73 % en Brasil, 18 % en México y 8 % en Colombia, de acuerdo con el estudio Fintech App Marketing Insights, de AppsFlyer.
Se espera que estas alentadoras cifras se incrementen debido al aumento de más de 80 % en la tasa de adopción de los teléfonos inteligentes en la región, según estimaciones de GSMA Association.
Esto genera oportunidades para que las billeteras digitales se canalicen a través de estos dispositivos y sigan siendo un producto rentable para las entidades financieras, al mismo tiempo que ayudan a resolver una deuda pendiente con los sectores menos favorecidos que no han accedido a cuentas de ahorros, créditos y seguros, entre otros servicios.
Ahora bien, hay que considerar que las billeteras digitales son uno de los instrumentos que nos encaminan a dejar el uso de dinero en efectivo, una tendencia que cobra mayor fuerza a medida que crece el comercio de activos criptográficos y que hoy está llevando a los bancos centrales a emitir CBDC (acrónimo en inglés para monedas digitales de banco central).
Estos activos digitales, que tienen paridad con la moneda en curso legal, sobresalen porque pueden reducir las ineficiencias de la impresión y el movimiento de dinero, disminuyendo los costos actuales de administración de efectivo físico, que alcanzan hasta 1.5% del Producto Interno Bruto (PIB) de un país.
Y si bien, el uso de las CBDC (y las monedas digitales en general) en transacciones diarias se mantiene en una fase temprana, la tendencia indica que su adopción se generalizará rápidamente como parte de esta reinvención del sector financiero que hoy vivimos.
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Por todo ello, es probable que a futuro veamos una “plataformización continua” de los servicios financieros, a medida que los pagos y otros servicios se integren en ecosistemas más digitales y flexibles que incluyan financieramente a más personas.
El trayecto aún es largo, pero en la región avanzamos a pasos firmes en este proceso de transición que en unos años nos convertirá en una sociedad moderna, consciente e inclusiva, en la que no será necesario el uso del dinero en efectivo.
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Fuente: Baufest
Esta publicación fue modificada por última vez el agosto 3, 2022 9:02 am